Fueron días tan intensos como cortos
en los que te afanaste en revertir
tanto sinsentido que nublaba mentes y
te reafirmaba bajo gestos absortos.
Dondequiera que anduvieras antes
no fue cuestión trascendental.
Estabas en el tiempo y en la forma,
tensión y pasión fundidas en un instante.
Aquellas jornadas de vísperas,
aquellas esperas pacientes,
aquellos alienados desvelos quedaron en nada.
Aquella desconsolada congoja
que oprimía pechos y vidriaba miradas
terminó. Y hoy vives más que nunca.
Menuda paradoja.