No quiero salir a la calle a bajo cero, de antemano me duelen las manos bajo los guantes de chenilla. Suena a vieja, chenilla. Esa lana compacta y suave, el descubrimiento para quienes nos pica todo lo que no sea algodón o similar. Pican los tejidos. Pican las lanas. Pican las etiquetas de la ropa, las etiquetas asesinas que arranco con placer de cualquier prenda que cruza el umbral de mi casa. No quiero salir a la calle a bajo cero, la temperatura gélida también pica, a su manera.